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Aprende a influir en vez de insistir

Viernes Formativos | 25 de noviembre de 2019

 
La semana pasada tuve el placer de ofrecer un taller sobre liderazgo en la Asociación de Empresarias y Profesionales Valencianas (EVAP).
 
En el mismo me marqué un objetivo claro: enseñar a las asistentes a distinguir entre dos conceptos: influir e insistir. A simple vista son dos conceptos aparentemente poco distantes, aunque a poco que profundicemos en ellos encontraríamos diferencias en su significado. Yo quise durante mi ponencia resaltar esas diferencias, porque distinguir entre influir e insistir es básico para ejercer un buen liderazgo.
 
¿Por qué? Porque a diferencia de insistir, que implica a la mente racional y supone un mayor desgaste para todas las partes, influir requiere el uso de la inteligencia emocional y trabaja de manera más orgánica sobre las personas que están en contacto con el líder, de forma que no es necesario repetir las cosas decenas de veces porque el mensaje cala de manera fluida, convincente.
 
Es decir, influir es una competencia emocional del liderazgo. Está dentro de las competencias sociales de la Inteligencia Emocional, concretamente de las destrezas sociales, que son las capacidades o habilidades para inducir respuestas deseables en los demás.
 
Así que, necesariamente, una de las capacidades que un líder ha de desarrollar es la de la influencia. Una persona que es capaz de ejercer un liderazgo emocionalmente inteligente, es también una persona que con capacidad para influir. Así que todo buen líder debe desarrollar la capacidad de influir sobre las personas que están a su alrededor. Y decimos que debe desarrollar porque la capacidad de influir puede manifestarse de manera innata en algunas personas, pero siempre y en todo caso exige formación y dedicación.
 
Creer en uno mismo, conocerse uno mismo
En el taller celebrado el pasado viernes también quise transmitir a las participantes otra idea que considero fundamental: creer en uno mismo es la clave de la evolución del ser humano, y es fundamental para el desarrollo de cualquier actividad. No nos damos cuenta, pero al ocuparnos de descubrir qué, quiénes y cómo somos fortalecemos la confianza en nosotros mismos y desarrollamos nuestro potencial como líderes influyentes, de modo que al tomar conciencia propia logramos dar lo mejor de nosotros y accedemos a recibir lo mejor de los demás.
 
Porque influir también es eso: buscar alternativas y escenarios donde ganemos todos, dar lo mejor y recibir lo mejor.
 
Y vuelvo para terminar a la importancia de conocerse a uno mismo. Las cinco capacidades de la inteligencia emocional pueden resumirse, de manera muy esquemática, en los siguientes puntos: conocer las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, descubrir la propia motivación y gestionar las relaciones interpersonales. No hace falta ser un experto en inteligencia emocional para darse cuenta de un aspecto: todos estos puntos confluyen en una capacidad fundamental y absolutamente necesaria, conocerse bien a uno mismo. Porque saber quiénes somos y qué queremos nos permite focalizar nuestras energías y elegir influir en vez de insistir. Para beneficio de todos.
 
Firmado por Marta Torres Mena de Intelema